RELATO La ‘roba bolsas’ que NO LO ERA

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Vida sana, vida nueva. La mujer decide empezar una rutina saludable de deporte y  buenos alimentos. Ya no es una joven y decide ir a nadar a la piscina todos los días. La crizanza muy temprena de sus dos maravillosos hijos quedó atrás hace ya muchos años.

Allí observa a los que llevan tiempo con eso del deporte. Se fija en la ropa que visten y para usos diferentes;  el tipo de bolsas: con asa media valen de mochila, con asa de banda larga sólo para colgar, las grandes… no caben en la taquilla…  cositas.

En las calles nadan todos como si llevaran toda la vida haciéndolo.

UN DIOS HECHO CARNE

En un descanso tras la ducha se cruza con un ser físicamente mítico: Un cuerpo escultural de proporciones celestiales…

No lo duda: hace el gesto como de arrodillarse delante de él y estira los brazos con balanceo hacia abajo en señal de veneración: Un Dios hecho carne.

El hombre sonrió y su  profesora y entrenadora de natación se quedó mirando con cierto aire de desprecio.

La mujer sigue a los suyo… pero jornadas después empieza a notar como que la miran más de lo usual en estos sitios, más de lo educadamente correcto en un lugar en el que todo el mundo va en bañador.

La profe del ‘dios’ humano fue la primera en clavar su mirada cuando la nueva mujer deportista está observando a otros nadadores con aspecto de duchos en la materia. Mira su atuendo y sus bolsas según abandonan y o llegan a la instalación.

Las miradas eran sobre todo de algunos empleados de la piscina y del gimnasio.

Con el tiempo ya parecía una famosa, también la miraban en el césped.

¿Qué pasó?:

Hipótesis:

La profe del hombre escultural, endiosado por nuestra protagonista, se enceló del comentario que le convirtió en semidiós, la cogió odio y la marcó.

Comentario de vestuario con sus compañeros de la instalación …  y la difamación empezó a cobrar vida propia.

Así cada vez que miraba a alguien, aparecía como sospechosa de buscar un robo de bolsas de deporte que tantos dejan en los bancos alargados que rodean toda la instalación mientras practican deportes de agua.

En su caso era fácil. Están nadando, ergo no está mitrando todo el tiempo: Coger con normalidad, al hombro y a la calle…. y sustración realizada

Tras ver que la mujer accedía con tarjeta electrónica un día que se cruzó la profesora encelada a su salida del trabajo en la entrada de la instalación, se molestaron en mirar sus datos, en saber dónde vivía.

 Y la difamación saltó a su calle.

Personas a las que les caía mal, en especial un hombre y vecino de calle al que rechazó sexualmente años antes  o al revés ,  la marcaron, y personas normales que la veían a veces por sus calles y tiendas empezaron a mirarla con gesto extraño:

¿Es una ladrona? Será ella la que roba  señoras mayores el carrito de la compra… Y ahí quedó la cosa.

Hasta una vez notó como que la observaban dos hombres en la cola del súper ¿Policías a los que activó una llamada de miembro de wapsap investido de la misión divina de detener con las manos en la masa a la robona de bolsos de deporte y de la compra?

En fin. El relato es real: Sucedió en el centro de una gran ciudad.   La mujer marcada y difamada trabajaba en una sucursal bancaria en en otro barrio.

Un día se cruzó en la instalación deportiva con el jefe de personal de la empresa a escala nacional. Fue un saludo de sorpresa de ella y frío, pero formal, de él. Ahora se pregunta ¿Qué hacía el jefazo allí?

Impresión: Fue a comprobar si una de sus empleadas era ladrona o cleptómana tras recibir aviso informal de algún miembro de wapsap que descubrió donde trabajaba la mujer que empezaba  a hacer deporte por primera vez en su vida.  Es una empleada de empresa financiera que maneja dinero en metálico todos los días; decenas de miles.

Hubo días, más bien semanas, en las que a veces  bolsas y bolsos aparecían como abandonadas a su paso de paseo por el barrio. En un banco, a la salida de un supermercado… daba la sensación ya que era como si fueran trampas puestas ahí. Rarísimo.

Y así es la vida de gente cool que vive ya rodeada de basura blanca rebozada en perjuicios y estereotipos de telebasura y adictas al chismorreo, difamatorio o no, con empoderamiento digital.  RELATOS DE FICCIÓN PARA TV SERIE

 

AMPLIACIÓN Años después, escuchó una conversación de chicas en la zona de depilación de una gran sala de belleza.

Resulta que la profe de natación tenía un don, un secreto mágico, entre sus piernas.

Debajo de esos pantalones de atleta masculino con los que daba sus clases matinales en la pisciana había un clítoris de proporción descomunal; una especie de pequeño pene femenino que se excitaba al máximo puesta en cuclillas cuando su majestuoso ‘dios’ llegaba al lateral a recibir instrucciones  para los siguientes largos.

Y un día va una lista casi madurita y de muy buen ver, se arrodilla ante él y le nombra ante todo el mundo: ‘dios’ erótico de la belleza.

La reacción es maliciosa; y aunque injusta, humana. No se puede arriesgar la continuidad de una excitación así y encima en el trabajo:

Me pangan por correrme, les decía a la amigas del alma en la camilla de depilación en su Monte de Venus con pica en Flandes.

Y concluyó ante sus confidentes de depilación: Y cuando doy un gran silbido a toda la calle de alumnos nadando es que ya Estoy … ¡Ay!  Hay días que silbo varias veces. Imposible mejorar.

EL MONTAJE crece y crece

La situación se convirtió en una puesta en escena artificial, tal vez con asesoría de tipo policial. Le pedían a personas, niños y jóvenes, que pasaran delante DE LA MUJER NADADORA con una bolsa a ver si la miraba o hacía algo sospechoso. Luego iban a la mesa del socorrista  como a informar:

ERGO

Ha mirado!  Ha mirado!

A mí me miró los piés!

A mí me sonrió!

A mí no me hizo ni caso!

Olía mal: Oí un ruído al pasar. Creo que se tiró un pedo!

HIPÓTESIS alguien busca testimonios forzados para justificar un informe contra la mujer. Así de ridículo, pero así fue.

 

 

 

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