La verja del chicle del chico

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Ya no tan pequeño: Nuestro protagonista un domingo recibió por primera vez la propina.

Era de mañana y sus padres se la dieron a pesar de que la ciudad y todo el hemisferio norte del planeta había entrado en crisis económica por una crisis financiera, de esas cíclicas que se dan cada década tras una burbuja de especulación excesiva.

Cero coma diez céntimos de euro. El mínimo para una moneda que no se te caiga entre los pequeños dedos del niño que creó ‘la verja de los chicles’.

La duda ante el quiosco de chuches fue larga: Qué hacer con tan poco y que dure toda la semana hasta que toque domingo y propina …

El chico tomo una decisión trascendente que crearía leyenda: Un chicle.

El bubbaloo era rosa, de fresa y con sirope de sabor dentro. Toda una explosión al morderlo.

Cuando iba a clase desde casa siempre pasaba por una acera larrrrrrga con una verja de barrotes de metal pintado. Son como lanzas rodeando y protegiendo un jardín y zona deportiva hasta llegar al Cervantes, su centro escolar.

El chicle duró toda la semana. Cuando llegó el domingo y el nuevo bubbaloo, no lo tiró.

Durante años siempre contaba las lanzas de la verja hasta llegar al colegio. A veces daba un número y otras otro.

El chicle antiguo, ya blanco,  fue pegado en la mañana del lunes siguiente de camino a las clases: Fue la primera lanza de decenas y decenas.

Todos los lunes quedaron pegados con su chicle semanal en la verja y a la misma altura.

El chico de la verja del chicle se hizo más mayor, aprobó todo y ya está en la universidad. Quedan lanzas en la verja por marcar. Es tu turno. CUENTO DE REVISTA  LATINEAR.COM

La verja del chicle del chico
VERJA DEL CASINO DE LA REINA Y CENTRO ESCOLAR CERVANTES
Calle Ronda de Toledo – MADRID – SPAIN

ENTRE PUERTA DE TOLEDO Y EMBAJADORES
LADO IZQUIERDO.  GOOGLE MAPS

 

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