La España vacía se llena los fines de semana

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TURISMO RURAL

Francisco Tomás

Madrid. El turismo rural se ha consolidado tras la pandemia, pero sus efectos sobre la despoblación de la España interior se ven reducidos porque está limitado a estancias cortas, casi siempre de fin de semana, y a parajes con riquezas naturales o de otro tipo poco comunes.

Expertos consultados por Efe, como el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Salamanca, Luis Alfonso Hortelano, o Pedro Aizpun, fundador y director de la agencia de desarrollo rural y turismo responsable

Adoshorasde, coinciden en este diagnóstico.

Ambos creen que el turismo rural es una herramienta transversal importante para el desarrollo rural, aunque no la panacea, y también que su desarrollo en las últimas décadas presenta luces y sombras.

De hecho, y a pesar del buen momento, el turismo rural vive un cierto estancamiento y debe evolucionar hacia una gestión más profesional, que se aleje del modelo vertical de los años 90, el de los alojamientos impulsados por fondos públicos europeos, y vaya a proyectos que ofrezcan experiencias más completas y generen más empleo local indirecto y más arraigo al territorio, señalan.

Consolidación del turismo rural

Lo cierto es que el turismo rural se ha consolidado, sin desplazar al clásico sol y playa: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2023 las pernoctaciones en alojamientos de turismo rural aumentaron algo menos que las del turismo convencional, un 3,7 %, y supusieron un 9,1 % del total.

El  Observatorio de Turismo Rural, que se define como “el proyecto de investigación de turismo rural más grande de España”, señalaba recientemente que el 45 % de los españoles mayores de 18 años ha hecho turismo rural en 2023, lo que representa un 2,5 % más que el año anterior.

El Observatorio, que ha preguntado a 10.778 viajeros rurales y 1.200 propietarios de alojamientos rurales, llega a la conclusión de que el turismo rural ha vivido su año de consolidación en 2023.

En esta idea coincide con la ofrecida por otro informe reciente, publicado por Caixabank, que valora “el despunte del sector tras la pandemia de la covid-19 y sus implicaciones para la resiliencia económica de la España rural”.

Combatir la despoblación

La pregunta es hasta qué punto este desarrollo puede suponer un elemento clave en la lucha contra la despoblación de esa España interior. Y allí es donde Hortelano expone sus dudas.

“Si queremos que el turismo rural contribuya de verdad a luchar contra la despoblación necesitamos algo más, actividades complementarias que den empleo en el territorio. El turismo rural contribuye,  pero de manera laxa. Incide en determinados escenarios y casi solamente los fines de semana”, señala.

“Por supuesto, tiene sus aspectos positivos, pero la realidad es que ha evolucionado hasta un cierto estancamiento”, añade.

En esto coincide con Aizpun, que sin embargo es algo más optimista: “El turismo rural ha dado un salto de calidad y se está actualizando la oferta, enriqueciendo las experiencias”.

“El modelo anterior generó muchas dudas, la gestión de los Fondos Leader de la UE debe ser repensada, la solución no es montar veinte casas rurales en cada sitio. Pasa más por proyectos de mayor coordinación y dimensiones”, explica.

Y luego añade que “los fondos de desarrollo son un factor muy necesario, pero luego hace falta fijar  y atraer población, y no todos los destinos están preparados para recibir gente”.

Hortelano, autor de varios trabajos sobre turismo y desarrollo rural, como el publicado en 2019 por la editorial Aranzadi, relata cómo “el turismo rural surgió como una alternativa dentro de la política agraria de la UE, y después de pensar que las explotaciones agrícolas pudieran dar cierta oferta turística, evolucionó a la oferta de alojamiento».

“Actualmente crece en determinadas zonas, pero hay que reinventarlo. No se ha pensado la sostenibilidad. Las expectativas creadas no se han alcanzado”, concluye Hortelano.

Aizpun cree que «el desafío es pasar del momento visita a la repetición, a medias estancias, a vacaciones más largas e incluso a la posibilidad de cierta estabilidad».

Y para que esas estancias más largas pudieran beneficiar al territorio, propone inventar fórmulas, como alguna suerte de empadronamiento parcial o temporal, que permitiera justificar inversiones en infraestructuras y servicios en las poblaciones rurales receptoras.

También el profesor Jaume Font, geógrafo de la Universidad de Barcelona, señala luces y sombras en su libro ‘La Españas despobladas’ (Libros de la Catarata, Madrid, 2023).

En su trabajo, Font se sitúa «entre el lamento y la esperanza», reivindica lo mucho que está naciendo en la España rural para revertir el declive de décadas y concluye señalando que «la situación actual es completamente distinta a la de hace unas décadas». EFE

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