DECLARACIÓN Puigdemont mantiene el pacto: una amnistía sin fisuras

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«Nosotros no nos vamos a mover del compromiso de incluir a todo el mundo»

Las razones por las que @JuntsXCat ha votado en contra de la ley de amnistía que hoy se ha visto en el Congreso de los Diputados han estado muy bien expuestas por nuestra portavoz, @miriamnoguerasM .

No podíamos dar nuestro apoyo a un proyecto de ley que tiene importantes carencias que no se han querido corregir; de contar con nuestro voto favorable habría invalidado el compromiso con una amnistía integral, completa, sin exclusiones. Un compromiso que acordamos para la investidura del presidente
@sanchezcastejon

De entrada quiero que quede claro que valoramos los esfuerzos realizados por el PSOE y Sumar en defender una ley de amnistía en un contexto hostil, de violencia verbal y en ocasiones física; en un clima enrarecido y excitado por los perdedores de la investidura, con formas de que si las hubiesen adoptado ciudadanos catalanes (o vascos) les habrían llevado ante la justicia con acusaciones delirantes. No es nada de lo que no podamos hacernos cargo, porque esta violencia, agresividad y acoso lo sufrimos los catalanes colectivamente como pueblo, y algunos políticos en particular de una forma encarnizada.

La ley habría sido muy útil en un contexto de normalidad democrática, en un país de justicia imparcial. En ese sentido, el texto inicial fue mejorando.

Pero estos esfuerzos se han quedado a medias, quizás como consecuencia de ese clima irrespirable —sobre todo en ese agujero negro para la democracia que es el Sistema Madrid— o quizás por debilidades internas del partido. Sea como fuere, lo que hoy debía votarse tras el rechazo a nuestras enmiendas no era la ley de amnistía que nos llevó a votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez. No era la amnistía que debía expulsar el factor represión que enrarece la conversación política entre España y Catalunya. Era una condición indispensable para trabajar.

Ciertamente, en la cultura picaresca española, a toda ley le sienta su trampa. Ésta no habría sido la excepción, incluso si se hubiera aprobado con nuestras enmiendas. Pero si estamos de acuerdo en identificar algunas de las trampas que nos está parando —que estamos—, no me sé explicar por qué se niegan a desactivarlas y hacer más difícil el propósito de los golpistas de la toga. Que no es otro que el de sutilmente subvertir la legalidad constitucional para sustituirla por la legalidad togada.

No tengo ninguna confianza en un sistema judicial que permite esa vulneración de derechos fundamentales, reiterada durante más de seis años, cada día, a prácticamente cada acto y decisión que nos concierne, con una impunidad absoluta. Hay jueces que instruyen nuestras causas que han participado en actos públicos para blasmar la ley de amnistía, y no pueden ser recusados. Hay jueces que deciden investigarme por terrorismo justo el día en que teníamos que hacer público el acuerdo con el PSOE, después de cuatro años de pasividad, y nadie del Poder Judicial se inmuta. Hay jueces que reabren casos archivados con delirantes tramas que solo viven en los informes de la policía patriótica, justo el día antes de que el Congreso de los Diputados trate la ley de amnistía. Y que conceden entrevistas a medios para contar detalles del sumario que instruyen. Pero tampoco nadie parece inquietarse por esta concatenación de coincidencias, que enrojece a los profesionales del derecho europeo a los que se lo he explicado.

Hemos empezado a ver informaciones alarmantes sobre la podredumbre de las entrañas del Estado, durante el gobierno del PP, y tengo la impresión de que sólo es la punta del iceberg; un sistema judicial donde jueces, fiscales, policías, periodistas se compiten para subvertir la democracia, mientras el fiscal general de turno siempre mira hacia otro lado.

¿Y quieren que confiamos en que estos jueces y fiscales conjurados nos impartirán justicia? ¿Qué piensan que no los conocemos? Sólo hay una forma de frenar su pulsión patriotera: hacer una ley más sólida, sin tantas rendijas. Es lo que hemos intentado todas estas semanas, hasta el final; nadie podrá decir que no hemos tenido voluntad de llegar a un acuerdo. Pero no lo hemos logrado. Tenemos unos días de rehacer el consenso inicial, del que no dudo, de que la amnistía debe incluir a todo el mundo perseguido por esta maquinaria de trinchar derechos fundamentales en los que se ha convertido -para los catalanes independentistas- la judicatura española. Veremos si somos capaces.

Pero nosotros no nos vamos a mover del compromiso de incluir a todo el mundo.

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