Máximo Académico 5. Haz el bien, evita el mal. No pierdas el tiempo y que no te lo hagan perder

Anuncios
  1. Haz el bien, evita el mal. No pierdas el tiempo y que no te lo hagan perder

 

El libro El príncipe, escrito de un tirón por Nicolás Maquiavelo (6) allá por el 1513, se basa en hechos permanentes de la realidad humana observados para exponer sus consejos a un príncipe al que va dirigida la obra. No lo descartes, si lo lees a los 20, ministro a los 40.

 

“Los hombres siempre te saldrán malos, a no ser que una necesidad los haga buenos”, sentencia Maquiavelo. Este hecho, si lo es, es la primera base que justificaría toda su argumentación. Así, en esta situación, un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son. Por todo lo dicho: es necesario a “un príncipe, si se quiere mantener arriba, que aprenda a poder ser no bueno”.

 

“En este mundo no hay más que vulgo” (y el vulgo se deja seducir por las apariencias y por el resultado final de la cosas –o sea, nosotros–). “Los hombres vacilan menos en hacer daño a quien se hace amar que a quien se hace temer, pues el amor emana de una vinculación basada en la obligación la cual (por la maldad humana) queda rota siempre que la propia utilidad da motivo para ello, mientras que el temor emana del miedo al castigo, el cual jamás se abandona”, eso sí, hay que procurar no generar odio si es imposible ganarse el amor. “Puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado”, añade, con el aviso de no olvidar que “los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”, en referencia a una situación (como la de mantener unido a un ejército) en la que se haga necesario “ser cruel”.

 

 

 

TODOS VEN LO QUE PARECES, PERO POCOS PALPAN LO QUE ERES

 

Sus míticos consejos al príncipe hacen referencia sobre todo a las formas de mantener al pueblo (nuestro entorno, en nuestro caso) de su lado por el poder de la opinión pública (18) de los gobernados, especialmente cuando estás rodeado de otros príncipes y nobles y personas con más o menos poder. Para conseguir la estima por el príncipe y no tener a la población en contra, la imagen es el recurso principal, por lo que no importa ser injusto o justo, malo o bueno, “clemente” o “cruel”, “desleal” o “fiel”, “afeminado y pusilánime” o “fiero y valerosos”, “lascivo” o “casto“, “íntegro“ o “astuto“, “rígido“ o “flexible“, “ponderado“ o “frívolo“, “devoto“ o “incrédulo” y “así sucesivamente”; la clave es parecerlo.

 

“Todos ven lo que pareces, pero pocos palpan lo que eres”, sentencia el autor con vocación de asesor del “nuevo príncipe antiguo” que Maquiavelo intenta formar con los contenidos de la obra. Maquiavelo rompe así con la idea de Aristóteles sobre que la opinión nace del sentido común, del rigor.

 

Estimados dignados, como enfatiza el catedrático en la materia Porfirio Barroso (4), el principio de toda ética es “haz el bien, evita el mal”, un principio que hasta Google promociona desde sus inicios en su campaña de comunicación.

 

Aristóteles en la Grecia Clásica, Confucio en los reinos de China, Jesucristo en Israel y Occidente… y otros grandes de la historia de la Humanidad no pensaban igual que el amigo Nicolás, ellos eran más metafísicos, en el sentido del ser, más deontológicos, en el sentido del deber ser. Para Sócrates, ‘padre’ de la ética, la maldad es una forma de ignorancia. Maquiavelo es más físico. Bueno; pues ni tanto ni tan calvo.

 

Usa, en su caso, a Aristóteles, Confucio y Jesucristo para la vida, y a Maquiavelo para la observación, para detectar a tiempo gente que te puede hacer mal y que, sobre todo y ante todo, te hace perder el tiempo. Sólo hay una vida, no lo olvides. Yo no lo hice a la hora de elegir novia; pero el amor es ciego, y me gusta. A ti, petirroja, con la piel del color de las páginas del Financial Times, no te puedo esperar.

Anuncios

ANUNCIESE EN not24hcab-1

Anuncios
Anuncios